
Los conflictos armados en Oriente Medio, como el bombardeo de Estados Unidos sobre Irán este 22 de junio, tienen efectos que trascienden lo militar o diplomático. Uno de los más inmediatos y tangibles para los ciudadanos europeos -y en particular para los españoles- se refleja en el precio de los carburantes. A pesar de la distancia geográfica, cada episodio de tensión en la región suele acabar impactando en el bolsillo del consumidor.
España depende prácticamente en un 100% del crudo importado para producir los carburantes que se consumen a diario. Esta dependencia absoluta convierte a la economía nacional en especialmente sensible a cualquier variación en el precio internacional del petróleo, cuyo principal referente en Europa es el barril Brent.
Según el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, existe una elevada correlación entre el precio del crudo y el precio de la gasolina: cuando el primero sube, el segundo lo hace en cuestión de días o semanas.
El Banco de España, en su análisis “El efecto de las fluctuaciones del precio del petróleo sobre la inflación española” indica que un aumento del 10% en el precio del barril se traduce habitualmente en una subida de entre el 4% y el 5% en el precio del litro de gasolina en España.
El impacto inmediato: céntimo a céntimo
Al momento de esta publicación, el litro de gasolina 95 se sitúa en torno a los 1,51 euros. Si el precio del barril Brent -ahora en torno a los 76 dólares -subiera un 10%, hasta los 83,6 dólares, el coste final del litro de combustible podría aumentar entre seis y siete céntimos. Para un depósito de 50 litros, la diferencia sería de unos 3,50 euros.
En una economía en la que millones de personas utilizan el coche de forma cotidiana y en la que buena parte del transporte de mercancías se realiza por carretera, estas subidas tienen un efecto multiplicador. No solo encarecen el desplazamiento individual, sino también la logística, la distribución y, en última instancia, los precios de numerosos bienes y servicios.
Cuando la energía encarece la vida
El carburante es uno de los insumos más transversales de la economía. Representa entre el 2% y el 3% del coste total del transporte de mercancías y su precio influye de manera directa en la inflación.
Según el Banco de España, las fluctuaciones del precio del petróleo tienen un efecto directo e indirecto en la inflación española. Las últimas cifras del INE confirman que la variación mensual del IPC responde en buena parte a los precios de los carburantes. Según la Nota de prensa del IPC de abril de 2025 del INE, el grupo Transporte registró una variación anual del -1,6%, debido principalmente a la caída en los precios de carburantes y lubricantes.
Una subida sostenida del barril no solo afecta al sector energético, sino también a muchos otros sectores, entre ellos el alimentario, el textil, el turístico y el industrial. La razón es simple: cualquier producto que se transporte o requiera energía para producirse se encarece. Por eso, un conflicto que tensiona el mercado del crudo puede tener consecuencias duraderas y generalizadas para el conjunto de la economía.
¿Escalada o episodio aislado?
El alcance de este impacto depende del desarrollo de los acontecimientos. Si el ataque a Irán es puntual, es probable que el mercado reaccione de forma contenida y los precios vuelvan a estabilizarse en pocas semanas. Así ocurrió en 2022, cuando el petróleo superó los 130 dólares por barril, pero retrocedió hasta los 75 dólares por barril en diciembre de ese mismo año.
En cambio, si el conflicto se prolonga o afecta a rutas clave como el estrecho de Ormuz, por donde circula más del 20% del crudo mundial -unos 21 millones de barriles diarios-, la subida del petróleo podría sostenerse durante meses. A ello habría que sumar posibles sanciones, bloqueos o restricciones de producción por parte de países exportadores, lo que limitaría aún más la oferta y presionaría los precios al alza.
La inflación como efecto colateral
El alza del petróleo es sólo una parte de la historia. En un contexto de conflicto, los costes del transporte marítimo también tienden a subir. El mar Rojo y el canal de Suez, por donde según la la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo transita alrededor entre el 12 y el 15% del comercio mundial, se han visto comprometidos por ataques a cargueros y bloqueos en episodios recientes. Esta situación encarece el transporte de mercancías, incluidos productos agrícolas, químicos, fertilizantes y bienes de consumo que llegan a Europa -y a España- por esa vía.
El Banco Central Europeo (BCE) advierte en sus boletines económicos que los shocks energéticos y de suministro generan “presiones inflacionarias adicionales” que pueden prolongar los episodios de subida de precios. En su informe de marzo de 2024, el BCE subrayaba que la volatilidad geopolítica internacional seguía siendo un “factor de riesgo clave para la evolución de la inflación en la eurozona”.
En el Boletín Económico del BCE 4/2025, publicado a principios de junio, se señala que, si bien la inflación general en la eurozona está bajando, persisten presiones inflacionistas debido a tensiones recientes en energía y en precios internacionales. El texto explica que los choques en los mercados energéticos y las disrupciones en el suministro siguen siendo factores clave de riesgo para la evolución de la inflación.
España ha logrado reducir su inflación general desde los picos de 2022, pero una nueva ronda de encarecimiento del petróleo y de los bienes importados puede provocar lo que los economistas llaman “inflación de segunda ronda”, en la que los costes empresariales se trasladan de nuevo al consumidor, erosionando el poder adquisitivo real de los salarios.
¿Y los tipos de interés?
La política monetaria del Banco Central Europeo también está profundamente condicionada por el contexto internacional. Desde 2022, el BCE elevó de forma progresiva sus tipos de interés hasta alcanzar un máximo del 4,5%, en su intento por contener la inflación desatada tras la pandemia y la guerra en Ucrania. Esa política restrictiva encareció el crédito al consumo, las hipotecas variables y la financiación de empresas, enfriando el crecimiento económico en buena parte de la eurozona.
Sin embargo, en junio de 2025 el tipo de referencia del BCE se situaba en el 2%. La decisión respondió a la moderación de las presiones inflacionarias y a la necesidad de reactivar la economía. Aun así, el banco central ha señalado que la senda de relajación monetaria no está garantizada. Si una escalada del conflicto en Oriente Medio impulsara de nuevo los precios de la energía y provocara un repunte sostenido de la inflación, el BCE podría verse obligado a frenar las bajadas previstas o incluso a volver a subir los tipos para mantener su objetivo de estabilidad de precios.
Hogares y empresas afectados
En este escenario incierto, hogares y empresas siguen pendientes de cada movimiento del BCE, conscientes de que un conflicto prolongado en una región clave para el suministro energético global puede traducirse, una vez más, en financiación más cara y presión adicional sobre el consumo y la inversión.
Esto tiene efectos concretos en la vida cotidiana. Según la última publicación del INE, en abril de 2025 el 35% de las hipotecas vivas en España son a tipo variable. Eso significa que millones de hogares experimentaron un fuerte aumento en sus cuotas mensuales, cuando el Banco Central Europeo inició una política de subidas de tipos de interés que llevó el tipo de referencia hasta el 4,5%. En muchos casos, las mensualidades llegaron a encarecerse entre 200 y 300 euros.
Sin embargo, en junio de 2025 los tipos de referencia se habían reducido hasta el 2%, lo que supuso un cierto alivio financiero para las familias con préstamos vinculados al Euríbor. Aun así, ese respiro podría verse aplazado o incluso revertido si la inestabilidad geopolítica -como un conflicto prolongado entre EEUU. e Irán- provoca una nueva oleada inflacionaria.
En ese caso, el BCE podría verse obligado a frenar futuras bajadas o volver a subir los tipos, lo que mantendría la presión sobre los hogares más expuestos al encarecimiento del crédito.
El impacto también se siente en la inversión empresarial. Las pymes que operan con márgenes estrechos enfrentan mayores costes de financiación, lo que puede frenar decisiones de expansión o contratación. En el caso de los autónomos, el encarecimiento de los insumos y la dificultad para trasladar esos costes a sus precios de venta genera una presión añadida.
Conclusión: el conflicto también se mide en euros
Las guerras en Oriente Medio no se quedan en los despachos de política exterior. Se trasladan al día a día de millones de ciudadanos a través del encarecimiento del combustible. Un conflicto como el de hoy entre EEUU. e Irán puede provocar un aumento del precio del barril, y con ello, de la gasolina. La subida puede parecer pequeña -seis o siete céntimos por litro-, pero multiplicada por cada depósito, cada camión y cada cadena logística, el impacto es real y profundo.