
En Rumanía, la movilización del voto joven, sobre todo en las ciudades, ha sido clave para que el candidato europeísta Nicusor Dan haya vencido en las elecciones presidenciales. Ahora, a los retos económicos -como atajar una inflación del 5% o reducir la elevadísima deuda pública del 9%-, se suma unir a una sociedad muy dividida.
Los rumanos han vivido una campaña electoral marcada por la tensión, con dos bandos aferrados al ‘conmigo o contra mí’. En el centro de la discusión, los valores europeos: unos completamente a favor, otros radicalmente en contra. Se han estirado tanto que las costuras se han roto.
Karla Manea, activista feminista, quiere más UE
Karla Manea habla un inglés perfecto, que perfeccionó en Reino Unido mientras estudiaba Ciencias Sociales en una universidad británica. Tiene 24 años, es activista feminista y por los derechos humanos. Volvió a Rumanía y ahora estudia un máster de Políticas Públicas mientras trabaja en una ONG relacionada con la salud mental. “Ya se sentía la polarización en diciembre, pero ahora es mucho más. Esto va a más”, señala.
Nos vemos en la céntrica Plaza Victoria de Bucarest, que en las últimas semanas ha sido escenario de concentraciones europeístas. Es su ecosistema. Participa de las grandes concentraciones y ella misma organiza otras más pequeñas, pero también numerosas, con un grupo de activistas universitarios.
Enseña orgullosa una foto en la que sale sujetando un cartel que dice “No te atrevas a decirme qué rol tengo como mujer”. Responde así a comentarios públicos de la extrema derecha que decían que “no debería haber una presidenta mujer porque las mujeres tienen otro rol en la sociedad”. Karla confiesa que siente miedo: “Como mujer, por mi bienestar, por mis derechos…”.
La activista feminista y por los derechos humanos Karla Manea CEDIDA
Esta activista representa a esa Rumanía formada que se siente identificada con los valores de la Unión Europa y ya no se conforma con menos. Para ella, temas como el feminismo o los derechos de las personas LGTB no se discuten. Y quiere más: que su país avance en calidad democrática. Pero le preocupa que cada vez observa más gente que trabaja contra los ideales en los que ella cree. “Es difícil lidiar con ellos, ¿ves con qué tipos tenemos que lidiar?”, dice mientras señala indignada a unos coches que interrumpen nuestra entrevista con gritos a favor del ultranacionalismo.
Dan Puric, el actor premiado por la UNESCO que critica a Bruselas
Conversamos con Dan Puric con los tonos rojizos de la Iglesia Kretzulescu, del siglo XVIII, a nuestra espalda. Estamos una de las esquinas de la Plaza de la Revolución de Bucarest. Este famoso actor rumano de 66 años, premiado por la UNESCO por la promoción de las artes escénicas rumanas en el extranjero, acaba de volver de Madrid y de Alcalá de Henares, donde ha actuado en una obra inspirada en El Quijote.
Presume de saludar a las mujeres con un beso en la mano porque “las tradiciones no se deben perder”. Se muestra muy crítico con las políticas europeas de igualdad de género. “Dios nos ha hecho diferentes. No existe la igualdad entre sexos. Lo que sí existe es una santa complementariedad entre hombre y mujer”, sentencia.
El actor Dan Puric durante la entrevista TVE
En Rumanía, la iglesia ortodoxa tiene mucha influencia y, según el censo oficial, más del 85% de la población se declara ortodoxa. Muchos rumanos, sobre todo en localidades más pequeñas, se identifican con valores conservadores. En ocasiones, la religión ha marcado el paso en un país en el que las oportunidades no están bien repartidas. Todo el mundo sabe que Dan Puric es muy creyente y defiende que “no se necesitan los derechos humanos”. “Con conocer el amor de Dios es suficiente y es mucho mejor”, defiende. Esta postura se traduce en el rechazo a avances sociales como el matrimonio igualitario. En su opinión, Europa va en el rumbo equivocado.
Para él, Rumanía necesita un cambio que debería replicar todo el continente: “Un cambio basado en los valores del cristianismo, de nuestra identidad”. Había dado apoyo público al candidato ultranacionalista George Simion, que arrasó en la primera vuelta de las elecciones, pero en la segunda no consiguió imponerse al candidato europeísta Nicusor Dan.
El hartazgo hacia la clase política, la cuestión de fondo
Las dos ‘Rumanía’ tienen algo en común: no confían en los partidos tradicionales. En las últimas presidenciales estuvo entre un político independiente que venía del activismo cívico y un candidato de extrema derecha que se presentaba como alguien de fuera del sistema. Los ciudadanos han apostado por otras alternativas al ver que los problemas estructurales del país persisten pese a tantas promesas.
“Hay que señalar a quien tiene la responsabilidad de que la población esté tan polarizada, que son los propios partidos políticos que han jugado a alimentar extremismos cuando les convenía electoralmente. Son corruptos”, explica Sorin Ionita, presidente de Expert Forum. Este think tank investiga sobre partidos políticos, procesos electorales y la influencia rusa en la región desde el año 2011.
En Rumanía, durante las últimas décadas, los que eran los dos grandes partidos tradicionalmente -Partido Nacional Liberal y el Partido Socialista- se han ido turnando en el poder con el apoyo del partido bisagra de la minoría húngara. “Los ciudadanos han visto muchas cosas y no quieren saber más de ellos. Actualmente, a las dificultades económicas, hay que sumarle la crisis institucional“, asegura Ionita.
Para este experto, aunque en estas presidenciales no haya ganado el candidato populista de extrema derecha, la situación es el caldo de cultivo perfecto para que siga alimentándose su discurso disruptivo, que prometen soluciones mágicas a problemas muy complejos, y la polarización siga alejando a los dos polos de la sociedad rumana. Evitar que eso ocurra es uno de los grandes retos del futuro más próximo.